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Vínculo natural entre el áfrica negra y el mundo árabe,
buena parte del Sudán ha permanecido desconocido hasta principios del siglo XX.
Aunque hace mucho más tiempo, la civilización Nubia se había desarrollado
paralelamente a la egipcia y cuando está última entró en tiempos históricos,
con la unión del norte y el sur hacia el año 3.000 antes de Cristo, los nubios
no eran todavía conocidos por los egipcios. Más tarde lucharon entre sí y
Nubia, o el país de Kus, se convirtió en una provincia egipcia gobernada por un
virrey.
Durante la baja época, en el territorio que va de Napata a
Dongola se estableció una dinastía autónoma que hacia el 750 antes de Cristo,
conquistó Egipto fundando la XXV dinastía, llamada en ocasiones
"etiópica" y trasladándose a Tebas. Se hicieron enterrar en Napata y
más tarde en Meroe, entre la quinta y sexta catarata del Nilo, donde hoy se
halla el enclave arqueológico más importante del Sudán con sus pequeñas
pirámides puntiagudas que albergaron los restos de 34 reyes, 5 reinas y 2
princesas. Pero si bien Meroe destaca por su necrópolis, hay que hablar
previamente de Napata, donde existe un referente religioso de primera magnitud
para el antiguo Egipto.
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